martes, 29 de mayo de 2018

Hablemos de SEXO-UALIDAD

No se han puesto pensar, qué es lo que pasa dentro de nosotros cuando escuchamos algún tema relacionado con el sexo...


Y si, ya me puedo imaginar algunas caras al respecto. Somos seres sexuales, hay que admitirlo, asumirlo y por sobre todo, hay que vivirlo. La sexualidad es algo con lo que convivimos desde que nos levantamos. El punto, es poder ubicar qué es para nosotros, cómo la vivimos y cómo entramos en contacto cotidianamente con ella.

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Por mi parte, considero que soy una mujer muy sexual. Me gusta sentir mi cuerpo, tocarlo, acariciarlo y explorarlo. No hay sensación más placentera para mi, que rozar mi piel desnuda cada vez que puedo, sentir su suavidad o si está áspera también poder reconocerlo. No es algo que se me haya hecho fácil. por el contrario, me llevó mucho tiempo, años, poder disfrutar de ello.


Cuando me fui del país hace unos 10 años, recién comenzaba a explorar mi propia genitalidad. Y digo genitalidad, porque para mi la sexualidad va mucho más allá del simple acto sexual, luego les explicaré con mayor detalle. Una vez llegué a Argentina, encontré un compañero maravilloso que me ayudó en toda esa exploración, y aunque era algo mayor que yo, también fue nuevo para él. Con tiempo, con juegos, con charlas, sin vergüenza, cada uno descubrió partes de su cuerpo que más allá de ser zonas completamente erógenas, eran zonas de conexión íntima y muy personal.


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Desde niños nos han enseñado que el cuerpo se debe cubrir, tapar u ocultar. Que entrar en él o tener contacto con él, es algo que no debemos hacer hasta ser MUY grandes o hasta que estemos "casados" (tengan en cuenta de que crecí en una familia católica, apostólica y romana, donde todavía existen ciertos tabús en cuanto a ciertos temas que no se hablan, por supuesto). Esa enajenación del cuerpo físico, crea una barrera y una distancia que nos disocia. Crea una ambivalencia afectiva hacia nosotros mismos y un discurso de doble moral. Por tal motivo, todos los contenido sexuales estimulantes, porque lo son, los aceptamos desde nuestro morbo íntimo y no los reconocemos o compartimos con los demás, por miedo al rechazo, al juicio o a la crítica del otro. Esto también sucede en la pareja. 

Cuando hablaba sobre el término de SEXUALIDAD, en mi opinión (recuerden, es la mía, ustedes pueden diferir, y tienen todo el derecho en hacerlo), se habla de la capacidad de reconocernos corporalmente, emocionalmente, mentalmente y espiritualmente como seres sexuales. Desde que nacemos y a medida que vamos creciendo, nos encontramos en constante auto-descubrimiento de nuestro cuerpo. La piel, los sentidos, los genitales y la mente, juegan un papel súper importante en la construcción de lo que para nosotros puede llegar a ser nuestra sexualidad. 

Imagen relacionadaMás allá de lo físico (el cuerpo y los sentidos, propios y ajenos), la sexualidad también es emocional, dado que a es partir de nuestras primeras experiencias y la carga emocional (positiva o negativa) que le adjudiquemos (sin sumar el valor moral de bueno o malo, que no es nuestro, es impuesto por la familia y sociedad), que nos iremos relacionando con ese mundo maravilloso, mágico y creativo. Si nuestras primeras experiencias se atravesaron por el miedo, la angustia y vergüenza, comenzaremos a vivir una sexualidad desde la CULPA, desde lo prohibido y es donde comenzaremos a atravesar dificultades para conectarnos con nuestro dios o diosa sexual, con nuestro animal y nuestro instinto. 


Desde lo mental, pasa algo similar; pues si hemos escuchado a nuestros padres decir cosas como: tu menstruación es cochina, sucia, fea, que horrible, pobrecita, o algo como: ahora que ya eres una mujer cuidado con quedar embarazada, o lo que me dijeron a mi: el hombre promete mientras lo mete y después de metido olvida lo prometido, iremos condicionando nuestro cuerpo y sus sensaciones a lo que no se puede hacer o disfrutar por temor a las consecuencias, y es cuando nuestro mental tomará el control sobre lo emocional, generando también una separación entre lo que debo y lo que quiero. En el caso de los hombres, el estigma social de lo que es SER MACHO, de lo que se espera de ellos y de lo que es políticamente correcto para ser aceptado en un círculo, también les juega una muy mala pasada, pues es cuando aparecen los estereotipos y vienen a marcar un antes y un después en la débil mente de un adolescente que si no tiene una contención familiar clara y amorosa en casa, puede equivocarse de camino muy fácilmente.




Imagen relacionadaY por último, la sexualidad, o mi sexualidad (para darle más sentido a estas palabras), es completamente espiritual, porque me permite trascenderme en todas las barreras que he ido construyendo desde niña y que aún ando en proceso de sanar y transformar, pues me conecta con esa energía dadora de vida, que habita mi cuerpo y mi alma. Que me conecta con el otro en su luz e intimidad más sagrada. Que me hace vulnerable y a la vez saca a la Diosa que hay en mi, que me hace tan humana y tan Divina al mismo tiempo. Ese nexo con mi espiritualidad, hace que al hablar de sexo, al asumir y vivir mi corporalidad tomando las decisiones que considero más correctas para mi, al comunicar mis emociones, mis pensamientos, al entrar en con-tacto con el otro, al poner un límite y decir NO MÁS, esté en conexión con mi sexualidad. Pues todo esto es lo que para mi involucra SER SEXUAL, tener consciencia de que mi cuerpo es un instrumento sagrado, un templo de placer y que sobre el yo decido y tengo voz y voto, me empodera y me da la libertad para asumir mi sexualidad con el amor infinito que tengo hacia ella.




Así que...pues si, soy completamente sexual, amo mi sexualidad, amo tocarme, sentirme, amarme, hacerme el amor, descubrir lugares aún inexplorados. No necesito a otro para sentir placer, porque toda yo soy un centro divino de placer andante. Sin embargo, elijo compartir mi placer y mi sexualidad, y eso es lo que me hace más mujer, más fuerte y más humana.




Y tú, como vas con tu sexualidad...? Ya te empoderaste o sigues dejando que la vida decida por ti?


martes, 22 de mayo de 2018

La VULNERABILIDAD, una llave a la LIBERTAD

Desde hace un tiempo vengo pensando en esta palabra, que me motiva a escribir nuevamente, y que me pone en perspectiva mi posición ante la vida, ante las situaciones y las personas, y sobre todo, ante mi misma.

Creo que la mayoría de las personas, por no decir todas, vivimos en un constante temor a mostrarnos como somos, a reflejar nuestra verdad, a hacerle frente a situaciones donde nos sintamos expuestos, y sobre todo, donde nos sentimos indefensos.

Socioculturalmente, se nos ha enseñado que debemos ser fuertes, que debemos ser valientes, seguros de nosotros mismos, que no debemos mostrar "debilidad" o exponer nuestra emocionalidad ante los demás, pues podrían aprovecharse de nosotros. Y es así como hemos crecido completamente herméticos, temerosos y con unos altos estándares de perfeccionismo que distan muchas veces de lo que realmente somos.

Aclaro, no está mal exigirnos y querer dar lo mejor de nosotros, eso es maravilloso, a eso vinimos, a ser nuestra mejor versión. Sin embargo, nuestra mejor versión se ve acompañada siempre de nuestra emocionalidad, y ella se ve acompañada de nuestra capacidad para conectarnos con nosotros y con quienes nos rodean. A ese nivel de conexión, yo le denomino, más allá de la empatía, la posibilidad de habitar nuestra VULNERABILIDAD.

Y aquí aparece la palabra estrella de esta entrada, la VULNERABILIDAD. Este término suele ser, en muchos casos, muy complejo de entender, dado que ser vulnerable (según la sociedad), es ser un blanco fácil para los demás, y sobre todo para nuestro peor enemigo, nuestro propio JUEZ INTERNO. Ese personaje que no nos perdona la más mínima equivocación, que nos critica y que siempre está presente para señalarnos el más mínimo error.

Le tenemos miedo a ser vulnerables, porque nos cuesta conectar con nuestras emociones más densas (porque nos avergüenza, creemos que somos los únicos), porque pensamos que una vez que entramos en ellas o las vemos directamente a los ojos, no podremos volver a salir. Y si bien, hay personas que pasan por momentos donde el túnel se hace eterno y no vislumbran la más mínima luz, también es cierto, que tarde o temprano se puede salir, se puede volver a nacer.
"Lo que te hace vulnerable, te hace hermoso"

Una escritora e investigadora estadounidense Brené Brown, en una de las tan famosas charlas TEDx (yo las disfruto mucho), habla sobre El Poder de la Vulnerabilidad, y comenta su experiencia, a continuación te dejo el video para que lo puedas ver.

Y es que la vulnerabilidad, así como las emociones humanas, se han estudiado a lo largo de la historia, porque los seres humanos somos complejos, tenemos muchos tabús, estamos llenos de historias, y vivimos en función de nuestras experiencias, las cuales muchas veces somos incapaces de re-significar y las re-creamos una y otra vez en un eterno pasado ubicado en tu eterno presente.

Es importante comprender que la vulnerabilidad más allá de mostrarnos y exponernos ante el mundo de la manera más cruda y real, es el medio por el cual también nos conectamos y establecemos las relaciones más puras y sinceras con nuestra pareja, familia y amigos. Ser vulnerable es un verdadero tesoro, es abrir la puerta a un mundo sin máscaras, donde la verdad de quien realmente eres vale más que aquello que le muestras a los demás, que suele estar muchas veces en un constante vacío y carece totalmente de tu esencia divina.

Tu vulnerabilidad y mi vulnerabilidad son una puerta mágica para vivir el cielo en la tierra. Para aceptarnos tal cual como somos, con nuestras luces y nuestras sombras, y todo lo que hay en medio de tal polaridad. Cuando nos re-conocemos y nos aceptamos tan vivos y tan genuinos, comenzamos a aceptar a los demás como ellos son. Nuestro juez interno va perdiendo poder, y los introyectos que tienes desde la infancia también, y poco a poco, en esa conexión mágica y sincera, te vas liberando y vas rompiendo las cadenas que te atan a esa vida que no te hace feliz.

Ser vulnerable es un súper poder, que sólo los valientes, se atreven a usar. Exponte al amor, a la vida, a tu emocionalidad, a tus miedos, a tus prejuicios y conéctate con tu vida más allá de lo que puedes tocar, la aventura es maravillosa y la recompensa lo es aún más.





martes, 15 de mayo de 2018

¿Qué podemos comprender por Resiliencia?

Otra vez aquí, sentada frente a una gran pantalla, con muchas teclas que me invitan a hacer parte de la vida, a darle carne a las palabras, como hace varios años decíamos con mis amigos.

Esta vez, han pasado cinco años desde la última vez que me dediqué a escribir, y siento algo oxidados los dedos cada vez que trato de articular una palabra, para darle sentido a todo lo que quiero expresar.


En cinco años he cambiado de país, me he casado, me he divorciado, he viajado, me he enamorado, me he equivocado muchas veces y he acertado otras....y todo, con la misma piel, con los mismos ojos, la misma boca y las mismas manos. Quién podría decir que la vida transcurre y los momentos van dejando huellas invisibles en tu cuerpo, y si, digo invisibles porque sólo tu conoces el mapa transitado por cada risa, por cada beso, por cada lágrima, por cada palabra que ha dejado un vestigio a lo largo de tu historia.


Y...la vida continúa, y yo con ella, por eso hoy quiero escribir sobre el concepto de adaptarnos a los cambios, es decir, en pocas palabras el ser RESILIENTE o sencillamente, sobre la RESILIENCIANo se si alguno de ustedes haya oído esa palabra o la haya leído o conocido previamente. Cuando yo lo hice estaba en la universidad, osea, hace ufff mucho tiempo atrás, y no le di tanta importancia como se la puedo dar ahora, en este preciso momento de mi vida.


Ser resiliente no es solamente adaptarse a los cambios, a ello hay que sumarle el componente o factor más importante, por lo menos para mi, el cual sería "positivamente", es decir, una persona resiliente es aquella que no sólo se adapta a los cambios, sino que lo hace de una manera positiva.


Y vaya que muchas veces no suele ser algo sencillo, dado que incluso, dentro de los miembros de una misma familia, se pueden encontrar personas que frente a un mismo suceso no se "recuperan" o se adaptan con la misma facilidad con la que lo pueden hacer otros, contando con los mismos recursos y los mismos patrones de crianza.



Entonces, vale la pena preguntarse ¿qué es lo que permite que desarrollemos o no, esa habilidad de adaptarnos positivamente a los cambios o a las adversidades?


Frente a ello considero que lo fundamental es tener presente, que si bien, cada ser humano es completamente un universo particular e irrepetible, existen características que se pueden observar en las personas resilientes. Exploremos un poco al respecto. Una de las primera características que se pueden encontrar, es que una persona con esta habilidad es un ser con una autoestima saludable, y con ello hago referencia, a que se acepta a sí mismo, conoce sus defectos y sus cualidades, y fácilmente, ha contado con una red de apoyo desde la infancia que le ha permitido edificarse con bases sólidas de autoconfianza y autovaloración. 


Segundo, ya lo acabamos de mencionar, la "red" de contención es fundamental. Y muchas veces consideramos que no lo es, sin embargo, parte del ser resiliente, es reconocer que solos no podemos superar todos los obstáculos que se nos lleguen a presentar. Para ello, desde la infancia se ha debido hacer mucho trabajo de educación emocional por parte de los padres o de los adultos a cargo de la crianza, fortaleciendo en estrategias de enfrentamiento y afrontamiento, de tolerancia a la frustración, el reconocimiento de límites y la aceptación de sí mismo.


Creo que un tercer y último punto a mencionar es la capacidad de poder alejarnos del DRAMA, y esto no es algo sencillo. Vivimos en una sociedad donde se nos ha enseñado a vivir "dramatizando" cada aspecto de nuestra vida. Está bien ser conscientes de nuestra emocionalidad y respetar el proceso de cada una de nuestra emociones según los momentos de nuestra vida, pero es importante re-conocer cuando se le debe dar fin o alto a determinada emoción que paraliza o no permite avanzar. 


A las mujeres se nos ha enseñado a "vivir con intensidad" (que muchas veces se traduce en "hacer drama") nuestras emociones, sobre todo aquellas relacionadas con la tristeza o el dolor, la angustia o la ansiedad (dado que en la mayor parte de los casos suelen encubrir ira, enojo o rabia, emociones que no nos son permitidas vivir, porque no son "muy femeninas"), y en el caso de los hombres sería viceversa con relación a lo ya mencionado.


En este sentido, para retomar, ser resiliente es contar con la capacidad de adaptarnos positivamente a los cambios o situaciones conflictuantes en nuestra vida. Y esto lo logramos a través de un desarrollo emocional sano, el cual comienza en la infancia con una familia que soporta, apoya y educa emocionalmente para la paz individual y colectivamente, y con bases sólidas de límites y una autoestima saludable.


No podía terminar la entrada de esta semana, sin ponerle música al corazón, "Si a veces te preocupa lo que pasará mañana...piensa sólo en el presente porque ya el mañana no tiene importancia".